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Diggin’ Up Ska (Capítulo 2)

Enviado por el 16 enero, 2011 – 17:02One Comment

“Then it all came together with reggae” 1

Estas palabras del ministro jamaicano Michael Manley son un buen punto de partida para reflexionar acerca de la relación entre el y el reggae. Es bien sabido que, hacia mediados del siglo XX, la cultura musical jamaicana comenzó un proceso evolutivo que derivaría en uno de los legados más importantes de la isla, transformando de forma decisiva su imagen a ojos del resto del mundo. Me refiero a la línea de desarrollo que comienza en el mento y, pasando por el ska y el rock steady, desembocó fulminantemente en el reggae. Uno de los más detallados esquemas de esta evolución se puede consultar aquí.

El texto de Manley sugiere que aquellos estilos previos al reggae se podían considerar pasos intermedios, transiciones hacia ese punto culminante donde “todo cobró sentido” o “todas las piezas encajaron”. Esta visión que otorga al reggae una posición central hacia la que se encaminan los estilos anteriores ha sido determinante para la imagen y estudio del jamaicano. Quien haya consultado algún escrito sobre música jamaicana, habrá advertido la tendencia a situar el ska en un segundo plano, a la sombra del reggae, confinado junto al mento y al rock steady a aquellos capítulos que explican los estadios previos al gran “descubrimiento” del género rey. Tanto es así que la palabra reggae se utiliza incluso para referirse al conjunto de expresiones musicales jamaicanas desde el mento.

Es importante darse cuenta de que estas ideas han sido forjadas tras el enorme éxito mundial del reggae y su rápida consolidación como representante principal de la cultura jamaicana en el resto del planeta. Pero en mi opinión hay otro modo de ver el ska, menos dependiente del reggae, lo que además se ajusta mejor con la imagen que debía de tener esta música antes de completarse la evolución descrita. Cuando apareció el vocablo , fue para dotar de nombre propio a un estilo que se comenzaba a considerar autónomo, un producto original y acabado, reemplazando de esta forma a la expresión Jamaican rhythm & blues, que remitía a un estilo yanqui. El estaba muy lejos de ser considerado un mero paso hacia una expresión más auténticamente jamaicana. No en vano fue presentado en la Feria Mundial de Nueva York de 1964 como el producto típico de la isla. ¿Se ha de restar importancia a este hecho porque, varios años después, otro tipo de música tomara el relevo en la representación del pueblo jamaicano?

Cada música tiene su historia

El y el reggae son, en definitiva, expresiones distintas, cada una con una historia y características propias. Si bien es innegable que entre ambas existe una vinculación directa, también difieren en muchos aspectos, tanto sonoros como de índole cultural e ideológica. Para empezar, en el ska siempre imperó un carácter de baile: “…it was really based upon dancing”, contestó Clement “Sir Coxsone” 2 cuando se le preguntó por qué durante la época del sobresalían las piezas instrumentales ante las vocales. A ello hay que añadir que para entonces la música urbana de Jamaica no había alcanzado el grado de expresión política y social que domina en el reggae, ni se había impregnado aún de la ideología rastafari. Aunque existen algunos ejemplos de uso del ska con mensaje social, esta práctica no comenzaría a consolidarse hasta la llegada del rock steady hacia 1966, coincidiendo con el malestar sociopolítico que en Jamaica sucedió al período inmediatamente posterior a la obtención de independencia.

Dejando atrás el período jamicano, el reggae y el han tomado rumbos muy distintos en su proceso de propagación por el mundo, con la consiguiente recepción, adaptación y consumo de cada uno en distintos contextos culturales. Por todo ello, me incomoda observar cómo tan a menudo el ska y el reggae acaban siendo metidos en el mismo saco; cómo cuando, por ejemplo, un grupo adopta ciertos patrones del ska en alguna de canciones, se empieza a decir que “incluyen ritmos jamaicanos”. ¿Qué son ritmos jamaicanos? No es una idea homogénea y única, sino un conjunto de realidades que además fluyen y cambian a lo largo de la historia.

Aún queda mucho por descubrir centrando el punto de mira en el ska, una perspectiva que ha ido ganando peso en el mundo de la investigación durante los últimos años y que ya ha dado algunos frutos interesantes. Como ejemplo, os animo a echar un vistazo al libro de H. Augustyn Ska: An Oral History3. Editado hace tan sólo dos meses, se trata de una de las primeras publicaciones en que el ska (y no el reggae) es el protagonista.

Ahí queda eso de momento. Nos vemos en unos días surfeando sobre las olas del ska.

1 Michael Manley, en Davis, Simon, et al.: Reggae international. Nueva York: R&B, 1982, p. 11.
2
Entrevista a Clement por Randall Grass. Op. cit., p. 48.
3
Augustyn, Heather: Ska: An Oral History. Cedella Marley (foreword). Jefferson, North Carolina: McFarland, 2010.

Vía: Diggin’ Up Ska

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