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Pedro “Aianai” Espinosa. El Poeta del dub vitoriano.

Enviado por el 2 enero, 2012 – 21:39One Comment

Una vez respondida la entrevista, me pregunta Pedro si ha satisfecho las expectativas depositadas en ella. Creo a la luz de sus respuestas, extensas y explícitas, no se puede añadir mucho más a lo ya expresado por él. Para poneros en antecedentes a quienes no lo conozcáis, os diré que Pedro Espinosa, conocido en panorama jamaicófilo como “Aianai” -castellanización de la popular expresión egocéntrica jamaicana “I and I”-, es cofundador -junto al cantante guineano Juan Borikó- de Potato, el veterano conjunto vitoriano de música jamaicana -en activo desde 1984-; pionero -y probablemente el único- en importar la poesía dub de o Mutabaruka al reggae patrio y un agitador nato de conciencias bajo el decrecentista lema “abajo el trabajo y viva la vida contemplativa”.

Comenzando por el principio, en la década de los setenta y en pleno apogeo juvenil, conoces al guineano afincado en Vitoria, Juan Borikó, un amigo inolvidable al que terminarías por apodar Johnny Brusko, con quien conformarías la sociedad Babinton PIP (producciones-ideas-promociones) y de la cual emergería la idea embrionaria de conformar una formación vitoriana propiamente de reggae como Potato. Me gustaría que recordaras las circunstancias que hicieron que vuestros caminos se cruzaran, las actividades que surgieron al calor de vuestra sociedad Babinton PIP y cómo os planteáis, en un principio, llevar a término el proyecto de Potato (concepto, estilo, músicos, mensaje).

Juantxo (JB) y yo nos conocemos desde los 14 años y aunque íbamos a colegios distintos, coincidíamos muchas veces en un bar del centro de Vitoria especializado en cervezas. La peculiaridad de este establecimiento era que tiraba muy bien la cerveza de caña y ofrecía jarras de diferentes tamaños desde 2 litros hasta la más pequeña de un zurito (algo menos que un corto) y a nosotros nos encantaba comprobar cuántas de esas jarras éramos de beber en una tarde. Tengo que decir que también éramos muy deportistas y jugábamos a fútbol en ligas federadas en infantiles y juveniles, JB en el San Viator y yo en el Deportivo Alavés. Él era un extremo muy bueno y habría podido llegar lejos si se lo hubiera tomado más en serio. El caso es que a los 17 años nos separamos al ir a la Universidad, yo me largué a Madrid a estudiar periodismo y él a Burgos a hacer aparejadores, aunque en verano siempre volvíamos a vernos. Fue a comienzos de la década de los ´80 cuando regresamos de nuevo a Vitoria, cada uno con nuestro título, aunque nos costó encontrar trabajo, sobre todo a mí que ganaba una miseria colaborando en un periódico y en una radio local. No obstante, tuve la suerte de que me contrataran para el Festival Internacional de Jazz de Vitoria-Gasteiz, convirtiéndome en el primer jefe de prensa del certamen en 1982, año en el que tocaron Ella Fitzgerald y Oscar Peterson, entre otras grandes figuras. Los responsables del festival necesitaban igualmente alguien que pegara los carteles anunciadores del evento, que eran unos cuantos miles, así que para sacar un dinero extra, me encargué también de ello junto a mi amigo JB. Había que vernos por la noche con el balde de cola, el carro de la compra con los carteles y la escoba para embadurnar las paredes. Cuántas veces nos paró la policía. Hay que señalar que JB y yo, además de beber y fumar hash y marihuana, leíamos mucho, hablábamos mucho y pensábamos más. Supongo que los porros tendrían algo que ver, pero se nos ocurrían miles de ideas; desde presentarnos ante Xabier Arzallus, factótum del PNV para reclamar un carné de identidad vasco para JB, que en aquel entonces figuraba como apátrida por negarle la nacionalidad tanto el gobierno español como el de Guinea Ecuatorial, hasta organizar un comando que echara del poder al dictador Obiang, que se había cargado a su tío, el igualmente dictador Macías. JB se proclamaría presidente y yo sería el primer ministro. Para organizar todas estas ideas que fluían constantemente por nuestras cabezas, decidimos crear Babinton PIP, una especie de empresa en la que canalizamos la pegada de carteles, no sólo de jazz, sino de cualquier otro evento, y todo tipo de actividades, como la organización de los primeros conciertos de rock subvencionados por las instituciones alavesas. Os diré, por ejemplo, que el 27 de Abril de 1982 organizamos en la Plaza de los Fueros de Vitoria, con motivo de la fiestas del patrón de la provincia San Prudencio, un concierto de rock en el que tocaron La Polla Records y Hertzainak y en el que colaboraron, adornando la plaza y diseñando el cartel, artistas que luego han tenido gran resonancia internacional como Juan Luís Moraza, Juncal Vallestín y Juan Sagastizábal. Además, estoy seguro que nunca hasta entonces habían cobrado tanto La Polla ni Hertzainak. Ni que decir tiene que el concierto fue una bomba y un gran éxito que posibilitó que el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz nos encargara la organización de otros tantos conciertos de jazz y rock durante los fines de semana de Julio y Agosto en diferentes parques de la ciudad, que además grabamos en video y de los que lamentablemente sólo se conserva uno, mítico eso sí, de Hertzainak con su primer cantante Gama en el Parque de Arriaga. Mientras hacíamos todo esto, cambiamos nuestro bar de adolescencia, donde nos conocimos, por otro mucho más pequeño y cutre del Casco Viejo llamado Ja-Mi, por Javier y Michel, que lo habían montado gracias a las indemnizaciones que les habían dado al echarles de sus respectivos curros. El bar lo descubrió JB, porque se hallaba camino de su casa en el barrio de Zaramaga. Lo bueno del Ja-Mi era que sólo ponía música reggae, pues el hermano de Javi era un forofo de Bob y de ese estilo musical y viajaba mucho a Londres y se traía discos que grababa en casete para que se pusieran en el bar. Evidentemente, también se fumaba mucho. Allí descubrimos a todos los grandes: Peter Tosh, Toots & The Maytals, Burning Spear, Max Romeo, Mikey Dread, Steel Pulse, Sugar Minott, Dillinger, Gladiators, Cimaroons, Byron Lee & The … Yo seguía teniendo el programa de radio en Radio Cadena y aproveché para meter mucho reggae y hacer publicidad del bar, que empezó a llenarse de gente y de músicos, entre estos, los componentes de un grupo de verbena llamado Drakkar. JB y yo pasábamos muchas horas en el Ja-Mi hablando, bebiendo, fumando y jugando al futbolín y al cubilote y, mientras sonaba la música de fondo, tarareábamos estrofas en castellano que nos íbamos inventando. A la vez, el casco medieval de Vitoria se iba llenando de bares con música que iban sustituyendo a los de los txikiteros de toda la vida, que cedían sus establecimientos para que tocaran los grupos locales. Los Cicatriz irrumpieron en la escena que ya contaba con Hertzainak y La Polla, aunque estos vivían en Agurain, un pueblo a 20 kilómetros de Vitoria. La zona empezaba a bullir de gente creativa y alternativa, se empezaron a organizar procesiones ateas para contrarrestar las tradicionales de Semana Santa, con pancartas como “Soy Ateo y Poteo”, firmadas por Ateos Reunidos Geyper o Herejes del 36. Para acompañar a estas procesiones, se juntaban algunos músicos que tocaban percusión o instrumentos de viento, a los que se sumaba gente como nosotros que no teníamos ni idea de tocar pero que estábamos por la labor. Por darle algún nombre a estas agrupaciones, se decidió llamarla Banda Municipal de Ska. Ahí tenemos el embrión de lo que iba a ser Potato. Pero la banda no se crea hasta que no convencemos a los miembros de Drakkar de que somos unos grandes letristas con grandes ideas que sólo necesitamos unos músicos que nos acompañen para triunfar. En aquel tiempo, principios de 1984, triunfaban los grupos punk y oi! de clara influencia británica, con Sex Pistols como paradigma. Se trataba de subir a un escenario y expresar, con cuatro acordes mal dados y cuatro gritos, toda la frustración y violencia que gran parte de la juventud sentía. Tanto social como políticamente, el desencanto era total y las drogas y la música eran la única satisfacción para mucha gente. Era un sentimiento de cabreo continuo y de desprecio a cualquier institución, que se manifestaba en los conciertos con el lanzamiento constante de botes de cerveza hacia el escenario y de escupitajos a los cantantes. Todo resultaba bastante sórdido y violento. En aquel ambiente, nosotros quisimos introducir un poco de color, de sosiego, de humor e ironía. Nos preocupaban las mismas cosas y nos sentíamos igualmente marginados y totalmente opuestos al sistema y queríamos manifestarlo pero de una manera más apacible, con un ritmo más tranquilo y sincopado que permitiera a las chicas acercarse a las primeras filas de los conciertos sin temor a ser aplastadas por el baile del pogo, recibir un escupitajo o ser alcanzadas por un botellazo. Nuestro espejo era The Specials, la banda multirracial londinense que habían sabido reciclar los antiguos ritmos jamaicanos con unas letras reflejo del momento social en el que vivían y que eran respetados por punks, mods, rockers y demás. Así que un día nos presentamos en el local de ensayo de Drakkar con una botella de whisky y las letras de “Monkey Man” en versión Specials y “Jamaica Ska”, igualita a como la cantaba Byron Lee, pero en castellano; y les convencimos. Más tarde, llevamos nuestra peculiar versión de “Punki Reggae Party” de Bob . Estas letras las componíamos JB y yo al alimón. La de “Miguelín El Casero” se me ocurrió a mí después de una noche especialmente loca en la que me era imposible dormir. Cuando la cosa parecía que ya iba encaminada, se corrió la voz en el Ja-Mi de que íbamos en serio y muchos quisieron apuntarse, entre ellos Potxo, al que le dijimos que necesitábamos un trompetista y no dudó en comprarse el instrumento sin haber tocado nunca y Pako, que quiso tocar el trombón pero fue incapaz y empezó como corista, porque a nadie le decíamos que no si realmente se comprometía en el proyecto que aún estaba muy en el aire. Porque lo cierto es que de Drakkar, tan sólo el batería Timoteo Ozaeta a.k.a. Jalas y el teclista Javier Olloki a.k.a. Oki se metieron a fondo. Lo que pasa es que Oki quería tocar en la nueva banda el saxo, de modo que enganchamos a Amaia, que de pequeña había estudiado piano, para que se animara con los teclados. También mostró mucho interés Julio Díez, que se hizo con el bajo. Ya teníamos la base, porque a la guitarra contábamos con Koldo Quilchano, que era el guitarrista de Drakkar y aunque nos veía como unos chiflados, se comprometió a tocar con nosotros, al menos al principio. Conformada la banda, sólo nos quedaba el nombre y éste se le ocurrió a JB, que propuso Potato, pronunciado fonéticamente como tal por la tradición de cultivo de la patata que había en Álava, pero aportando ese toque internacional de escribirlo en inglés. Para sofisticarlo un poco más, decidimos añadir lo de “punki reggae party banda”. Una vez creado Potato, empezamos una labor de difusión y promoción firmando pintadas en todos los wc de los bares de la ciudad y en las tapias de las calles, de tal manera que sin haber tocado nunca y sin tener nadie ni idea de que era eso de Potato punki reggae party banda, habíamos levantado una enorme expectación en la ciudad. Cuando anunciamos que Potato iba a hacer su debut el 31 de Diciembre en una fiesta organizada por la emisora Radio Cadena en Álava, más de dos mil personas se congregaron para ver aquello y la verdad es que no debieron quedar defraudados, aunque tan sólo tocamos nuestras versiones de “Monkey Man”, “Jamaica Ska”, “Miguelín El Casero”, “Punki Reggae Party” y “Babilonia”, único tema original compuesto en un 90% por JB. Desde que decidimos montar la banda hasta que debutamos en público, apenas transcurrieron seis meses.

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