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Playing for Change Christmas Tour «Granpa lleva la música impregnada en su interior. Su motivo para sobrevivir. Un ejemplo.»

Enviado por el 20 enero, 2014 – 13:04One Comment

grampa-playing-for-changeYou Tube ha sido calificado como un invento maravilloso donde poder satisfacer tus deseos más imposibles y encontrar aquello que jamás habías pensado volver a ver. Como plataforma de promoción es ideal y no pocos se han instalado en el estrellato gracias a su poder mediático. Pero ese inmenso poder es probablemente su gran talón de Aquiles. Una cesta en la que cabe todo siempre estará llena de tesoros, pero también de productos infumables que molestan incluso a los que están curados de cualquier espanto posible. El caso que nos ocupa, Playing for Change, parte de una idea de espíritu encomiable, en principio solidaria y altruista, aunque no deja de poseer los inevitables claroscuros que invitan a la duda.

El exitoso productor Mark Johnson se sacó de la manga en 2004, un proyecto que unía voces de  diferentes partes del mundo con el objetivo de dar a conocer, a partir de una misma canción, el ímprobo trabajo de esforzados músicos callejeros. En 2009, más de veinte millones de visitantes habían visto el video que inició el fenómeno, la versión que Granpa Elliott, músico invidente de New Orleans, concibió del clásico de Ben E. King, Stand By Me. El extraordinario impacto no dejó indiferente a músicos tan “altruistas” como Bono o que, siempre dispuestos  a ayudar a los más desprotegidos, se apuntaron ipso facto a la causa. Emocionante y conmovedor detalle. Uno no ha parado de llorar desde entonces.

Posteriormente se amplió el repertorio a base de Reggae, Soul o música latina y africana, contando con la colaboración de músicos y cantantes de Sudáfrica, Congo, Francia, Israel o Japón, entre otros países, es decir, una especie de selección mundial de artistas teóricamente amateurs, el trigo no siempre  es limpio del todo. Con estos mimbres han emprendido exitosas giras mundiales, una de las cuales paró en Barcelona pocos días antes de las fiestas navideñas. Un Tour especial de espléndidamente acogido por el abundante público que asistió al solidario evento.

El proyecto está cargado de muchos de los caracteres que deberían definir a la Music: Amor, Paz, Unidad, y todas aquellas palabras bonitas que tan poco cuesta decirlas y mucho practicarlas. Por este motivo Playing For Change, aparece en esta web especializada en sonidos jamaicanos, si fuera por razones estrictamente musicales no sería necesario incluirlo. One Love o Redemption Song, son canciones habituales de su repertorio, pero esta vez sólo escogieron Three Little Birds y algún que otro ritmo más bien virando al Soca o de tono africano, el resto lo ocuparon el Blues, el Soul y temas de trazo más moderno como el Crazy de los Gnarls Barkley.

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Como no podía ser de otro modo, la entrada a escena de Granpa Elliott fue largamente ovacionada. Acompañado de un potente Rhythm & Blues, Mark Johnson, quien se ocupó de él en todo instante, y de su inseparable armónica, repartió besos, simpatía y todo el talento que aún conserva. Muy limitado físicamente, todavía le quedan restos de esa sapiencia musical que uno tiene al nacer, la que no se entrena. Salvando las enormes distancias, recuerda al gran “Pops” Staples por la facilidad de fraseo y en aquello que no se encuentra en ningún comercio: sinceridad artística. Se le nota desplazado cuando los ritmos caribeños toman protagonismo, no es lo suyo, pero remonta el vuelo siempre que los sonidos de New Orleans hacen presencia. Granpa lleva la música impregnada en su interior. Su motivo para sobrevivir. Un ejemplo.

El rodaje ha conseguido muchas mejoras en el sonido de la banda, sin ser para tirar cohetes, se desenvuelven con solvencia y seguridad, consiguiendo con alegría y voluntad disimular los defectos que su condición de semi-profesionales les provocan. Muy justitos en su viaje a Cuba o aledaños, constatando el típico agarrotamiento de quien no tiene el “tumbao” como habitual compañero de vida y mucho más seguros en piezas como Down By The Riverside, e, incluso, en un A Change Is Gonna Come en la que el holandés Clarence Bekker no se arrugó ante tamaño escollo. La israelí Tula y la sudafricana Tita Tsira, cumplieron su rol secundario con aplomo y combinaron perfectamente con las voces masculinas.

En tiempos oscuros de corrupción, engaños, retornos a prácticas castradoras, cachondeos en funerales y ningún respeto por el ser humano de a pie, siempre es agradable contemplar cómo alguien intenta darle la vuelta al calcetín, sea desde un escenario o apoyando a los artistas con entusiasmo ilimitado. Nunca se hace algo por nada, pero, en el caso de Playing For Change, el tufo a engaño no es tan fuerte como en otros casos.

Eso sí, agradeceríamos a las estrellas lustrosas que se alejaran del movimiento, los llena estadios y las caras bonitas restan credibilidad a cualquier intento de cambio. La calle se las puede arreglar solita.

Texto:

Foto: Magdalena Magda

 

 

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