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De ídolos y de algún tropiezo. día 7 en Rototom Sunsplash

Enviado por el 19 agosto, 2017 – 23:40No Comment

La sensación de aun tener una última noche por delante engaña. A la “masa rototomera” no le queda mucha cucharada, y pronto empezará a tener que rebañar.  La agitación y tránsito constante de personas arriba y abajo, con el sol abrasador sobre sus cabezas, sumado a los que llegan para para las últimas dos noches, convierten al recinto y el camping en un hormiguero de amantes del reggae.

La propuesta de inicio del Main Stage era ciertamente arriesgada (por cuestiones de horario y de conocimiento por parte del público) pero resultó de sobras exitosa. La banda británica African Head Charge, de peculiar y sorprendente virtuosismo, ofrecieron uno de esos conciertos que bien se podría haber disfrutado en cualquier auditorio de butacas como en un festival como este.  Fue una descarga de percusión africana con soporte de congas y batería, con solos in crescendo interminables y acordes complejos muy jazz en teclado y guitarra. Destacable e inconfundible fue también la presencia de Mad Professor como técnico de sonido, con su estilo fácil de reconocer de mezcla dub, surrealista y coherente a la vez. No faltó una versión a ritmo subsahariano del Bam de Toots & The Maytals.

Fue un warm-up excelente que dejo a la audiencia con el oído a punto y las emociones a flor de piel para los ídolos de masas de todas las edades que en apenas dos años se comido la escena nacional con una calma y un carisma espectaculares. Iseo & Dodosound junto con los Mousehunters son los primeros sorprendidos de su éxito, y afirman en todas las entrevistas sentirse novatos y desconocedores de la profundidad del reggae en toda su amplitud. Aquí es donde su eficaz educación musical y su talento creativo y técnico entran en juego. En un proyecto que investiga los sonidos digitales más clásicos en la producción por parte de Dodosound, con una sección de vientos de lujo (los Mousehunters) y la voz de Iseo, que ha hipnotizado viralmente a jóvenes y no tan jóvenes, subyace algo único. Este conjunto ha acercado en tiempo y en espació a las masas a una cultura y un tipo de música muy concretas, de altísima calidad e inmejorable ejecución. Tal vez sea ese trasfondo pop, a veces casi imperceptible, que actúa como glutamato monosódico en la comida: quieres siempre un poquito más y no sabes definir exactamente por qué ni qué parte de su sabor es la que te chifla tanto. Se tomaron su tiempo para presentar a cada miembro de la banda, y que cada uno se pudiera llevar su porción justa de forward (que no fue precisamente escasa). El gremio agradece el reconocimiento a los músicos intérpretes, quienes suelen quedar eclipsados por las estrellas o incluso rebajados a la posición de “figurantes musicales”, como un decorado.

Y de ídolos locales pasamos a ídolos internacionales. La tímida y a la vez notoria presencia de Chronixx en el escenario no pasó inadvertida en absoluto (incluso comparando con gran e históricos artistas que pasado por aquí estos días). Él es uno de los máximos representantes del movimiento new roots, y como tal tiene un  gran peso a sus espaldas (no es tarea fácil mantenerte en la cima). Predominó un sonido medio instrumental medio digital que saltó del reggae clásico al rockers, al rub a o al dancehall, al que dedicó un buen rato para desmelenarse un poco (con aparición de baile en directo incluida). Con letras que hablan de esperanza y de la fuerza de la juventud en lucha nos mostró todo su potencial artístico i talento al que nos tiene acostumbrados, pero algo distinto. Si bien su voz ya no está suave y casi infantil como solía serlo, ha ganado en madurez y profundidad. La ausencia de pull-ups y la explosividad de la transiciones entre tema y tema (casi metal) generaron una euforia en el público más joven que se vio reflejada en el sonido de la multitud coreando el Who Knows, que solo echó de menos algo más de interacción (como  en los primero años de Bob Marley, que cada uno haga sus propias reflexiones).

Desde Burkina Fas, el internacionalmente aclamado Alpha Blondy fue el encargado de cerrar el Main Stage, de un modo algo accidentado. Aunque sus canciones más conocidas siguen gozando de un potencial alegre y enérgico, era a él a quien vimos menos enérgico que de costumbre. Tal vez sea por los constantes problemas de sonido de los monitores (se le veía hacer constantes señas de no oír su voz) que le hicieron tener que volver a empezar varias veces algunos temas, hasta se cansó y decidió abandonar el escenario, a escasos diez minutos del final. Por si fuera poco, su banda Solar System no sonaba con la fuerza que la caracteriza, incluso con alguna que otra carencia técnica. Sea como sea, tristemente, el concierto terminó en decepción, confusión, abucheo y un millón de disculpas por parte de la organización.

Afortunadamente, no fue el fin del mundo. En el Lion Stage pudimos disfrutar de una propuesta musical variada, que empezó con el marroquí Mehdi Nassouli, a manos de su hajhouj (instrumento tradicional africano) con una voz suave y aguda y un ritmo loco y liberador a la vez, con un fuerte componente rockero. Los chainska Brassika, con sonido ska de estilo europeo y skinhead, unas voces claras de buena armonía a coros y un talentoso componente jazz. Million Stylez hizo arder el Lion Stage con una exhibición de cercanía, interacción y “teatrillo”, y encadenando sus mejores hits uno tras otro hizo estallar la pista de baile.

Una de las actuaciones más esperadas del Lion Stage era la del amado y veterano Sr. Wilson, con los Island Defenders como backing band. Todos sus dones fueron entregados en el concierto: frescura, seguridad, improvisación,freestyle, fast chat y un contacto familiar y cercano con el público, del que sabe atraer la atención sin pausa alguna. Aun así, tuvo problemas de voz que se lo fueron poniendo cada vez más difícil, pero que superó con profesionalidad, haciendo explotar el Lion por segunda vez con su archiconocido Chatty Chatty.

La Academy vivó una noche repleta de emociones y melancolía, pues era la última sonorizada por el equipo de altavoces de Blackboard Jungle. Un invitado de lujo introdujo el torrente rítmico de forma totalmente épica. Su nombre es una definición gráfica de su obra. King Earthquake regaló una larga y cuidada selección del mejor steppa (género del que muchos consideran el rey). Con un sonido que le caracteriza por el equilibrio entre el fisical y el meditation y su devoto amor por el roots, terminó resultando una de las sesiones más magistrales de todo el festival. El proyecto Dubfiles, con Paolo Baldini y los Mellow Mood a la cabeza, tomó el testigo para demostrar el poderío de sus producciones, inspiradas en el sonido 70s, con un público que los ama incondicionalmente. Aunque se echó de menos a Andrew I y Wilson, pudimos disfrutar del lucimiento de todos los presentes, destacando el Jah Jah Calling que cantó Jules I (bajista de la banda de Mellow Mood). Blackboard Jungle, los anfitriones de estos días, se despidieron con una última sesión, que dejó clara la opinión que todo el mundo tiene ya sobre su selección y sonido: perfecto. No faltaron los mejores temas (más conocidos o totalmente desconocidos, como siempre) y un MC Oliva tenaz como siempre.

Y así, como si nada, solo falta una noche y la tensión de las lágrimas que brollaran en unas horas por las mejillas de muchos y muchas se empieza a sentir en el aire. Una alegre pena, como cada año.

Texto: Miquel Pérez

Fotos: Raquel Antunez

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