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The Aggrolites. Madrid y Barcelona

Enviado por el 26 abril, 2010 – 16:292 Comments

The Aggrolites. 6 de Abril. Sala Caracol. Madrid.

Quien los ha visto en directo, lo sabe: The Aggrolites son garantía de diversión. De una celebración colectiva a la que todo el mundo sin distinciones está invitado -de ahí la heterogeneidad del público que asistió y abarrotó la sala- y en la que se produce una perfecta comunión entre banda y público, desempeñando ambos un papel necesario en la catarsis colectiva. De hecho, ha sido habitual en sus visitas a Gruta 77 -sala de la que, me consta, guardan un muy grato recuerdo- se comportaran como un integrante más del público, asistiendo a las posteriores sesiones de oldies hasta el amanecer.

Esa es la teoría y ha sido hasta la fecha en sus tres visitas precedentes. Sin embargo, quienes asistimos a su actuación del pasado Viernes 16 de Abril en la madrileña Sala Caracol -buena parte de ellos repetidores de sus tres visitas previas a Gruta 77-, no terminamos del todo satisfechos. No puede decirse que el concierto fuera mediocre, ni que la banda no pusiese toda la carne en el asador -nadie duda de su honestidad en este sentido-, pero ciertamente una parte del público se marchó de allí con un cierto regusto amargo.

Al filo de las 22:10 se encendían las luces tras el escenario y sonaba por los altavoces una música que bien parecía la banda sonora de algún largometraje de histórico con cierta semejante a Carmina Burana. Tras ella, los cinco músicos aparecieron en escena, ataviados cual presidiarios -el componente estético desempeña un papel fundamental en esta banda-, para ofrecer un repertorio que abrió fuego -valga la redundancia- con Firecracker  -tema que sirve de apertura a su más reciente álbum “IV”- y que incluyó piezas diversas de sus cuatro álbumes hasta la fecha. Sonaron, entre otros, Funky Fire, Mr.Misery, Countryman Fiddle y Work To Do de “The Aggrolites”, Jimmy Jack, Keet It Cool, Womens Rules y Dirty Reggae de “Dirty Reggae”, Faster Bullet y Free Time de “Reggae Hit L.A.” o What A Complex, Wild Time o Ever Want A Try de “IV”.

Buena parte de los temas fueron engarzándose entre sí -excepción hecha de breves intervenciones en castellano de su bajista Jeff Robredo o incitaciones al baile del vocalista Jesse Wagner- para exprimir al máximo el tiempo que se había estipulado para su despliegue -en principio de 22:00 a 23:30-, con la formación californiana sonando tan contundente como de costumbre -mención especial al siempre ocurrente teclista Roger Rivas, que siempre pone la guinda “acuchillando” con el canto de la mano su órgano Korg-, con ese peculiar estilo que aborda la música jamaicana con la actitud de un músico de hardcore/punk americano -no es para nada casual que sea el sello Hellcat quien edita sus trabajos-, como así nos confirmaría a posteriori el guitarrista y miembro fundador de la banda Brian Dixon.

Sin embargo, hay que poner un pero: el sonido que emitían los altavoces no fue, a mi modesto entender, el idóneo, excesivamente embarullado por momentos o con las frecuencias bajas ciertamente saturadas, empañando así su actuación. Es un hecho que no se produce de modo aislado, pues me he topado con un sonido poco acorde a las circunstancias en actuaciones de bandas de diversos estilos musicales, así que me gustaría aprovechar estas líneas para hacer denuncia pública de estas deficiencias en el sonido de la sala.

Por otro lado, puede que otros conjuntos americanos hayan colocado el listón demasiado alto –NYSJE, The Slackers, Hepcat-, pero, dado que no había teloneros -habría que hacer lo posible por recuperar esta tradición- y que los horarios se habían respetado razonablemente -apenas un retraso de diez minutos en el comienzo de su actuación-, éramos unos cuantos quienes esperábamos una actuación bastante más extensa que la hora y diez minutos que a la postre nos brindaron.

Sentados estos precedentes, puede comprenderse la indignación de parte de la concurrencia que, tras cubrirse el escenario con el telón rojo que marca la conclusión del concierto, alguno de ellos tratará en vano de abrirlo para reclamar el retorno de los californianos a las tablas. No hubo fortuna y, por ende, hubo que conformarse con un espectáculo que no abordó versiones tan habituales en su repertorio como “Reggae From The Guetto” de John Holt, “Don´t Let Me Down” de The Beatles -vía Marcia Griffiths– o “Banana” de Symarip, aunque sí hicieron lo propio con una remozadísima “Liquidator” de Harry J Allstars.

Tras la finalización, los responsables de la sala hicieron lo posible, emitiendo la música a volúmenes difícilmente tolerables por el oído medio para que los allí presentes nos dispersáramos tan pronto como fuera posible, representando una total falta de respeto y consideración hacia el público que llena la sala y mantiene el espectáculo del que ellos se nutren. Otro hecho lamentable a reseñar.

En definitiva, un más que aceptable concierto que quedó en simplemente en eso y que, lastrado por los problemas de sonido previamente mencionados y por limitaciones de repertorio, no rayó a la altura de lo que suele ser habitual en la banda.

Texto: Larry

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The Aggrolites. 19 de Abril. Sala KGB. Barcelona.

El KGB un club con más columnas que la sala hipóstila del templo egipcio de Karnak y de acústica matadora, acogió el concierto barcelonés de presentación de “IV”, el último trabajo de la banda californiana The Aggrolites.

¿A qué se dedican The Aggrolites?

Ellos lo definen en “Wild Style”, uno de los temas de IV: Funky-Reggae Sound. Aunque yo aumentaría los adjetivos y situaría su estilo en una mezcla de Funk, Soul, Reggae, Garaje e incluso efluvios Punk-Rock sobre todo en directo.

Una banda con quien comulga especialmente el aficionado al Ska y menos el del Roots Reggae. Es evidente que su sonido se aleja del Roots pero su inspiración les ha servido tanto a ellos como a los grupos Punk de finales de los 70.

A menudo nos llega el olor de aquellos Attractions que jugaban al Reggae con Costello e incluso a The Stranglers con quien comparten el vicio de utilizar el teclado como identificador claro de su sonido y que aporrea, literalmente, el enorme Roger Rivas.

Una especie de música a lo Carmina Burana se enlaza con “Funky Fire” y nos regalan la primera muestra de su poderío instrumental.

A partir de ahí construyen un vigoroso camino mezclando piezas de sus cuatro discos. La poderosa “Fire Cracker” del último, “Jimmy Jack” de Dirty Reggae, “Mr. Misery” del primero, ésta con un aire a Toots & the Maytals inconfundible o una de las perlas de IV, “Keep Moving On”.

En éstas, empieza a mortificarnos un flash deslumbrante que sale del techo.

Ignorando nuestra tortura, el cantante Jesse Wagner continúa desgañitándose y ataca su mejor tema, “Free Time” de Reggae Hit L.A. aunque esta vez quizás algo desdibujada. El rodillo insiste con “Country Man Fiddle”,  unos estupendísimos instrumentales y se para en “Dirty Reggae”, su declaración de principios.

Compactos, serios, a ratos espléndidos. The Aggrolites se merecen una mayor cobertura.

Les acompañaron en el prólogo , una jovencísima banda de Sant Feliu de Llobregat enamorada de los viejos sones Skatalíticos.

Sus evidentes limitaciones instrumentales y sobre todo vocales las limará el entusiasmo que demuestran. A componer y a trabajar, todo lo demás vendrá rodado.

Al final de la velada el flash maligno había conseguido su propósito: el desprendimiento de retina se había confirmado.

Texto: Barracuda
Fotos: Laia Buira

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2 Comentarios »

  • rudeteo dice:

    Yes Barracuda a ver si Penguins van a tener el mismo exito que I-Octaine jejejejejje

  • Laietah dice:

    Estoy de acuerdo contigo compañero: las columnas tienen perdón, no sé si se podria mejorar la acústica… pero, no habiendo bastante con los nuestros… lo del flash fue lo peor!!

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