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Soweto, BB Seaton y Potato. Barcelona

Enviado por el 15 junio, 2011 – 10:00One Comment

Hace ya unos cuantos años un personaje obstinado en mirar siempre hacia el pasado, consideraba que pudiendo seguir escuchando los vinilos de Sam Cooke o James Brown era absurdo perder el tiempo en modernidades tipo Terence Trent D’Arby, que sin ser un horror no les llegaba ni a la suela de sus zapatos.

Nuestro pesado individuo tenía toda la razón en una cosa, cuando el referente es gigantesco puedes caer en el precipicio del ridículo con enorme facilidad. Sin embargo, una venda apretadísima en los ojos le impedía observar otras realidades.

Cuando el homenaje es sincero, hecho con buenos mimbres y respetuoso, puede llegar a ser digno de admiración e incluso hacer innecesaria la comparación con los antecedentes.

En este punto se sitúan formaciones como The Pepper Pots o los protagonistas de la noche del 11 de Junio: Soweto.

Introduce la acción Manel Dance Crasher y suenan las notas de Sick And Tired, un lúcido y emotivo homenaje al Freedom Sounds de The Skatalites que abre su nuevo y reluciente trabajo, South West Town.

Desde los primeros escarceos musicales apreciamos que estamos ante algo más que una insípida operación revival, aquello tiene muchísimas nueces, suena limpio, intenso, trabajado, como un reloj.

Soweto, elabora un enérgico show basado sobre todo en sus últimas composiciones pero dejando espacio para temas de su anterior trabajo, You Give Me Fever como Roseita o Feel So Well.

A pesar de que gastan la mayoría de su tiempo en crear preciosas canciones como Come Back, también introducen en directo algún clásico como Give And Take que cuadran con enorme eficacia o la estremecedora Diamond Baby de The Wailers, gloriosamente actualizada.

Pocas veces se han escuchado en la Sala Apolo con semejante nitidez el trabajo de unos metales. La conjunción de trompeta, trombón y saxo llegan a conseguir tal punto de refinamiento que se hace necesario ir en busca de un sombrero para quitárselo. Lo mismo podríamos decir de la sección rítmica, con un Paquito Mystic Man poderoso como siempre al bajo y el arrollador Llorenç Roca a la batería. Afinadísimos los punteos guitarrísticos de Ahmed Boukarrouh y finas pulsaciones de Marc Hernando en el teclado.

En el mando vocal de la nave, Oriol Rovira, un cantante discreto, en el sentido de que huye de cualquier afán de protagonismo y que se constituye sin alardes pero tampoco sin fisuras en la pieza que falta para que todo engrase a la perfección.

Con el único ruido de su magnífica música, Soweto van camino de convertirse, si no lo son ya, en la mejor banda europea de Ska.

Si les gusta recordar tiempos añejos sin temor a encontrar hedor a refrito, compren billetes para Soweto, el feliz viaje está garantizado.

Algún espectador se quejó del corto show de B.B.Seaton. Cierto es que el legendario Bibby no estuvo mucho tiempo en el escenario pero tampoco estaba anunciado como la figura de la velada. El de Kingston, con un atuendo alejado de la elegancia con que vistió la banda, vino a completar un cartel donde Soweto eran las verdaderas estrellas.

No anda sobrado de fuerzas ni de voz el jamaicano (acérquense a los 70 y ya me contarán) pero derrochó simpatía y buena conexión con el grupo.

Escuchar Africa, Jamaican Girl o Whapa Do Di Wha siempre deviene en placer y te hace recordar aquellos tiempos en que era obligatorio crear buenas melodías para sobrevivir. Bienvenido siempre.

Una especie de Jam Session con colaboradores y amigos del combo triunfador sirvió para dar el punto final a un concierto con éxito musical y de público. Estamos ante algo que debe ser grande. Que no se tuerza.

Lo de Potato es una carrera de fondo cercana a la maratón que merece un reconocimiento especial. A pesar de sus dimes y diretes concernientes a su separación, en los que no entraremos por desconocimiento, Pako Pko y los suyos siguen sin desfallecer y ahí siguen desde 1984.

No pasan por su mejor momento ni en popularidad ni en lo musical pero siguen dando el pego con un reggae festivo, cachondo y sin ninguna pretensión más que la de divertir. A muchos aún les cae una lagrimita al escuchar Rula, no por su delicadeza sino porque quizás con ésta o alguna otra canción de los vascos empezaron a querer la música jamaicana.

Texto: Barracuda
Fotos: Laia Buira

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