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Mr. Cool Ruler: Sweet & Spicey

Enviado por el 28 diciembre, 2010 – 21:29No Comment

Hablar del Cool Ruler, del Lonely Lover, de Mr. Isaacs, es hablar de Jamaica en toda su extensión. Mas jamaicano que el Rhum Punch, que collie & sensie, que el popular “ganji, changi, taxi”, Isaacs desafió junto a Dennis Brown en los primeros 80 al triunvirato Wailers, como mayor estrella mundial del reggae, pero más allá del malogrado Príncipe Coronado, Gregory Isaacs probó que la picardía caribeña de los jamaicanos puede superar modas y épocas, éxitos mundiales y tribulaciones de penitenciaría, y permanecer omnipresente por encima de sus propios vicios y debilidades.

Me encontré por primera vez con el Cool Ruler en 1982, claro, con el megahit mundial de “Night Nurse”, pero también con “Cool Down the Pace”. El easy-skanking de los Roots Radics, con esos riffs cristalinos de la guitarra de Bingy Bunny que te transportaban directamente a la playa y el sinte dulzón de Wally Badaroo, tan ochentero, que metía por primera vez el reggae en los clubes blancos.

Pero luego en el 84 crucé la frontera y me fui a Pau (Francia) para encontrarme con aquel Grandes Éxitos en directo para Island y aquel frenesí de la audiencia, que ni los Beatles, aquel jugar con la emoción en el micro (nunca había escuchado a nadie llorar y susurrar, gemir y sufrir así). Yo ya venía bastante caliente con las secuelas de “Sexual Healing” de Marvin Gaye, y años después supe lo que era arañar en el micro como el gato llorar de desesperanza como Sizzla, pero aquello me dejó en estado de shock, como a las audiencias de todo el mundo de Brighton a Bahía, de San Francisco a su Fletcher Lands natal. No paraba de escuchar el contagioso Number One, Love is Overdue, Border, Front Door, Tune In, Top Ten y todas las demás.

Luego la 2 echó con subtítulos la peli “Rockers” y ya me conquistó  definitivamente más allá del fenómeno fan. Cuando le escuché salir con esa indolencia y cantar aquello de “Everytime I hear the music and I make a dip, a dip/Slave Master comes around and spank I with his whip, the whip/But if I don’t get my desire/ Then I’ll set the plantations in fire/ My temperature is getting much higher/ Got to get what I require”, tuve una mystic revelation. Aquello era just reality, aunque fuera en el cine. Como cuando se le ve abriendo el coche de aquellos toys blancos en la película, y luego acudiendo al robo con Leroy Horsemouth Wallace. Un rebelde con causa.

Así que me dije que el Cool Ruler era todavía más que un crooner jamaicano para discotecas y me puse a investigar. Una pista me la daba “(Musical) Murderer” (versión extensa para Brickwall, 1985) y otra por supuesto el tremendo “Soon Forward” con ese estribillo “turn me on/turn me on now” y ese riff de guitarra que se te clava en el cerebro, y descubrí la versión sufferah de Gregory y su conexión culture vía su sello African Museum.

Allí me estaban esperando sus discos con Sly & Robbie para , vía Frontline, que le construyeron aquella reputación xtra-classic más allá de sus inicios como primer cantante oficial de lovers-rock en “My Only Lover” ó su versión de “Loving Pauper” de Dobbie Dobson. Aunque la ambivalencia lovers-culture le acompañaría toda su vida desde su primer gran hit con Alvin G.G. Ranglin’ en “Love is Overdue” (1974), y especialmente “The Phillistines”, son sobre todo sus dos discos para Frontline, “Soon Forward” y “Cool Ruler”, pero también su legendario “Slum in Dub”, “Mr. Isaacs” con temazos como “Sacrifice” y “The Winner” para Cash & Carry y un falso recopilatorio doble grabado con Channel One en la época y publicado luego por Heartbeat (”The Best Of. Vols. 1&2″) con los originales de “My Number One” y “The Border”, los que construyeron su indiscutible prestigio conscience en la turbulenta época del natty dread.

Reconocido que su escasa voz, en comparación con formidables rivales de la época como , Dennis Brown o Freddie McGregor, resultaba proporcional a su inacabable talento para sacarle partido ante el micrófono, fuera por las necesidades financieras de African Museum ó por la afición al dólar de todo jamaicano que se precie, Gregory puso su voz al servicio de todo el que pudiera pagarle a lo largo de toda su carrera. En los 70, con una nómina tan alta de grandes genios tras la mesa en la isla, eso se tradujo en innumerables hit singles para todo el mundo, desde Lloyd Campbell (Slave Master), Augustus “Gussie” Clarke y su celebrada versión del “My Time” de Bob Andy, que hasta adaptaron al castellano Los Pericos, y Lee Perry “Mr. Cop” hasta otros grandes como Winston Niney Holness ó Harry Moodie y por supuesto su mentor en su época álgida, G.G. Ranglin, en el periodo rockers.

Pero en los 80, probadas las mieles de la fama fácil en los clubes blancos con su fichaje multiplatino por Island, y conforme la revolución digital llegaba, la cosa ya no estaba tan clara. Los problemas con la ley que le habían acompañado como cualquier jamaicano metido en business en los 70, le hicieron servir 6 meses en la legendaria General Penitentiary de Spanish Town, como siempre le ocurrió a las grandes estrellas cuando se encontraban en lo más alto del firmamento. Genio y figura lo celebró a su salida con el álbum “Out Deh” (1983).

Con todo, Isaacs tuvo el suficiente oído para tomarle el pulso a los nuevos tiempos más allá de las convulsiones con Jammy’s y su lugarteniente Bobby Digital, gracias a su permanente asociación con Gussie Clarke, sus baterías secuenciadas y sus protuberantes bajos, primero con “Private Beach Party” (1985), pero sobre todo con “ Rose for Gregory” (1988) y el eterno “Rumours”, sobre cuyo riddim, J.C. Lodge, corista de las grabaciones, se convirtió en estrella en USA con “Telephone Love”, al punto de servir luego de partenaire en Sony para Shabba Ranks. Una saga que siguió con megahits como “Mind yuh Dis” y “Rough Neck”, pero sobre todo con “Big All Around” y aquel inolvidable estribillo “Raggamuffín’ in the Area” para el dúo con Dennis Brown en el álbum “No Contest” (1989) que daba la alternativa a las nuevas generaciones de ahí en adelante en múltiples collabos (Cocoa Tea, Shabba, JC Lodge, Ninjaman, Beres), entrando por la puerta grande en los 90.

En  los 90 su influencia siguió siendo tan grande que la comunidad latina se hizo eco de su omnipresencia y en los albores del reggaeton, Nando Boom hizo la primera versión en castellano de “Night Nurse”, y desde entonces a la grabación con grupo de rap español Flowklorikos en 2007, Gregory Isaacs se convirtió en una referencia indispensable en el reggae latino.

Pero aunque su estrella nunca terminó de apagarse, los nuevos tiempos de bobos y slackness, de gangsters y units empezaron a ensombrecer su legado artístico. Conforme su voz declinaba, una leyenda negra comenzó a extenderse entre público y promotores internacionales. Es famosa la leyenda urbana que ilustra a la perfección su falta de profesionalidad en las giras, cuando en el sur de Francia tuvo al público esperando más de 3 horas, mientras él se encontraba de incógnito en la puerta del club echándole los tejos a cada tía buena que entraba. Mi buen amigo Julián de Roots & Vibes podría contar mucho de sus cancelaciones e impuntualidades, de las veces que tuvo que apostar y perder, hasta que finalmente consiguió traerlo de gira por España en 2009.

Su reconocida afición al crack y la cocaína en general fue resumida en otra leyenda urbana que habla de que se le caían los dientes y se le salía la mandíbula y que le atribuye la siguiente frase: “Las drogas son un arma degradante. La mejor Universidad, pero la matrícula escolar más cara jamás pagada. The Cocaine High School. Yo he aprendido mucho y ahora la he dejado de lado”, declaró en 2007.

Cierto que en 2008 reapareció públicamente, afeitado, más afectuoso y accesible que nunca y con las pilas cargadas en el álbum “Brand New Me” de la mano de Dean Frazer y Nambo Robinson, y que sus nuevos tours nostálgicos volvieron a recorrer el mundo como en los viejos tiempos, pero para entonces la vulnerabilidad que siempre le acompañó se había hecho tan presente como la fragilidad de su voz.

En realidad, pocas sombras para una figura tan esencial a la MÚSICA con mayúsculas, que supo sacar el máximo provecho de sus debilidades, gracias a la iluminación del tiempo genial y atribulado que le tocó vivir, gracias a Jah Rastafar-I y su mystic revelation. El 25 de octubre de 2010 murió en su casa de Londres víctima de un largo cáncer de pulmón que siempre ocultó. Pero eso poco importa. Cuando escuches su música, sabrás por qué “Jah no Dead!”.

Texto: Carlos Monty
Vía: Natty In De Red

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